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Se calcula que un 80% de la población la sufre en algún momento de su vida, por lo que es una de las afecciones más frecuentes vistas por los médicos en la consulta diaria, y una importante cantidad de pacientes ya llevan hechos varios tratamientos de distintos tipos sin resultados.

Las fuerzas mecánicas que realiza la columna vertebral y su particular disposición de estar inclinadas las vértebras en relación con la horizontal del suelo en posición de pie motivan que ante una situación de esfuerzo los tejidos experimenten grandes presiones que llevan a que un 80 % de la población sufra de lumbalgias, o dolores en la cintura, en algún momento de su vida.

Al inclinarse a levantar mal un elemento pesado (lejos del punto medio entre ambos pies), por efecto palanca, el peso del objeto se multiplica por 15 sobre las vértebras de la columna lumbar, y los discos intervertebrales deben soportar presiones muy altas. Si intenta, en mala posición para realizar la fuerza levantar a una persona de 80 kg, la presión será de 1200 kg en los discos intervertebrales, que toleran hasta 1000 kg.

Que los cartílagos de los discos intervertebrales y la masa ósea de las vértebras se deformen o rompan, depende de la “condición del huésped” o “terreno predisponente”, que puede encontrarse deteriorado como producto de la impregnación durante años de productos químicos y metales de la contaminación ambiental; el tabaquismo; la obesidad; el sedentarismo; los malos hábitos; y otras causas, recordando que aún no nos hemos adaptado genéticamente ni generado mecanismos de defensa a la fuerza de gravedad después de adoptar la posición de pie en la evolución de la especie.

Todo se agrava cuando las biomoléculas de los cartílagos y del hueso de las vértebras han perdido cargas eléctricas por ataque de moléculas tóxicas de la contaminación, y por tanto también perdido su actividad biológica, aunque en la mayoría de los casos, de nuestra experiencia los metales tóxicos - plomo, uranio 238, estroncio - reemplazan al calcio en el proceso de recambio permanente del mismo en los huesos, dando como resultados tejidos óseos más frágiles que soportan menos la presión, los traumatismos y los procedimientos quirúrgicos.

Como en el hueso, estas moléculas tóxicas se acumulan preferentemente en los extremos de los largos, en el borde de inicio de las articulaciones lugar donde están las células madre de los cartílagos, muchos pacientes llegan a la pérdida progresiva del tejido articular, a la indicación quirúrgica de relleno de discos; fijación de columna con placas, o directamente al reemplazo total de las articulaciones.

Solo tratando en forma exacta la causa del deterioro de la calidad de huesos y cartílagos, es decir, limpiando al organismo de tóxicos - químicos y metales tóxicos - podrán los tejidos recuperar su actividad biológica, y el organismo poner en marcha los mecanismos propios de control-defensa-reparación.

Si el paciente continúa en estas condiciones, la artrosis como proceso degenerativo de los tejidos, avanzará en forma inexorable, más cuando existan antecedentes familiares, obesidad, sedentarismo, tabaquismo, y otras causas, transformando con el tiempo en intratables al dolor, la deformación y la impotencia funcional, producto del aplastamiento de vértebras, discos intervertebrales y articulaciones, en especial cadera y rodillas.

Los pacientes a los que se les indica operaciones con “fijación con placas” al igual que los reemplazos totales de rodilla, están expuestos a “falsas complicaciones” o falsas “malas praxis” porque la mala calidad del hueso, en el que el calcio ha sido reemplazado por plomo, uranio 238, o estroncio, provoca el fracaso de las operaciones por fallas en la fijación de prótesis, con tanto o más dolor que antes.

Esto hace que hoy, todo paciente que deba ser operado para reemplazos o fijaciones, deba ser estudiado previamente con estas herramientas del “enfoque biomolecular” para evitar fracasos y complicaciones.

La Medicina Biomolecular® evalúa al “TERRENO PREDISPONENTE o CONDICIÓN DEL HUÉSPED” lo que equivale a visualizar cuál es la condición del funcionamiento de todas las biomoléculas del organismo, y qué grado de intoxicación por compuestos orgánicos o metales tienen los tejidos con estudios especiales.

Al lograr un correcto diagnóstico de las causas de la enfermedad, se realizan tratamientos personalizados que detienen el proceso degenerativo de los tejidos, con desaparición del dolor y de la discapacidad, o si la destrucción ya obliga al reemplazo, la desintoxicación previa y suplementación de carencias específicas aleja la posibilidad de dolorosos fracasos.


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